‘Eso que hace desaparecer la distancia entre tu cuerpo y el mío o una extraña y nueva superficie’
Presentación del resultado del proceso de creación de Bea Fernández EN RESiDÈNCiA en el Instituto Pedralbes
La distancia que separa dos cuerpos desaparece cuando los cuerpos bailan, se tocan. ¿Qué sucede, sin embargo, cuando las circunstancias imposibilitan este contacto? ¿Cuando solo la mirada o la voz pueden recortar las distancias? La residencia de la bailarina, coreógrafa y curadora Bea Fernández en el Instituto Pedralbes se fundamentaba en la exploración del cuerpo y su relación con los otros, en el movimiento como vía de expresión. Y el resultado de este proceso de creación tenía que ser una pieza de danza colectiva, fruto del trabajo realizado conjuntamente con un grupo de alumnos de 4º de ESO del centro y con la profesora Blanca Pérez-Portabella. Una coreografía en la que la proximidad y la fricción de los cuerpos eran componentes clave.
Sin embargo, cuando el confinamiento alteró este proceso, surgió otro igual de intenso. Se abrió la puerta a reflexionar sobre el cuerpo orgánico y el cuerpo existencial, que pasa a ser una representación a través de una pantalla; sobre una nueva concepción de la identidad –los espacios domésticos delimitados por la cámara del móvil o del ordenador revelan una parte de nuestra intimidad que se diluye en otros contextos– o sobre la construcción individual y la colectiva.
Ni un espectáculo ni una obra de arte: un documento visual
Todas estas reflexiones han vertebrado el relato de Eso que hace desaparecer la distancia entre tu cuerpo y el mío o una extraña y nueva superficie, un discurso sólido y sugestivo construido a través de las imágenes de las sesiones de trabajo en el instituto y en casa y verbalizado en la narración en off de Bea Fernández. La artista define el audiovisual como un ‘contenedor de prácticas, aprendizajes, descubrimientos, afectos, deseos, atravesamientos y alguna obra de arte. Un viaje que comenzó reclamando espacio y tiempo para el descanso como acción y la respiración como movimiento’ y que terminó adentrándose en la práctica de la mirada, ‘una mirada que se ha hecho más fuerte cuando hemos dejado de tocarnos’. Un documento excepcional y completo que recorre todo el proceso, de principio a fin, con fluidez y momentos de gran fuerza poética.
Eso que hace desaparecer... refleja, por otra parte, el papel protagonista de los chicos y las chicas del grupo a lo largo del proceso: ellos y ellas se presentan al inicio del audiovisual, muestran a cámara los objetos personales que mejor los identifican, se entregan al juego con generosidad y comparten pequeñas revelaciones que hablan mucho, incluso, de nosotros mismos. Es el caso de una alumna que, a la hora de enseñar la parte de su casa que más le gusta, muestra el balcón porque, según dice, puede ver a sus vecinos, ‘unos vecinos que no sabía que estaban’. Es la prueba de que las rutinas instaladas en nuestra vida nos impiden observar y disfrutar del entorno, un aprendizaje que nos ha dejado el confinamiento. En cuanto a Eso que hace desaparecer..., uno de los alumnos asegura que les ha enseñado a conocerse y que los ha capacitado para el desarrollo y la expresión de un pensamiento crítico.
La Caldera ha comisariado y coordinado una residencia altamente transformadora, que podéis conocer con más detalle en su blog.