Introspección, reflexión y revelación, a EN RESiDENCiA
Tres presentaciones que exploran el mundo interior de sus creadores
La penúltima semana de presentaciones de la 10ª edición de EN RESiDENCiA (2018-2019) hizo transitar al público por el mundo interior de chicos y chicas de los institutos Domènech i Montaner, Costa i Llobera y Joan Boscà. Así, el martes 11 de junio, la Fundación Joan Miró acogió Estos lodos, resultado del proceso de creación que alumnos del Institut Domènech i Montaner realizaron junto con Ro Caminal, y que los incitó a reflexionar acerca de conceptos como "estereotipo", "conocimiento", "ordenamiento", "clasificación", "crítica" o "comunidad". En un espacio escénico minimalista, los participantes, vestidos de oscuro en consonancia con la caja negra que los rodeaba, fueron turnándose para exponer al público vivencias propias. Pequeñas confesiones que arrojaron luz sobre realidades hasta entonces ocultas.
Expresar pensamientos y emociones con el movimiento
También Sergi Fäustino, residente en el Costa i Llobera, explicó que el alumnado del centro que había participado en la creación de Quan estic sola había realizado un profundo trabajo de introspección y de autoconocimiento. El resultado de este trabajo fue una performance que combinaba texto y movimiento, palabra y danza. "¿Cómo puede ser que una palabra o un gesto lo cambie todo?", se preguntó uno de los primeros alumnos en intervenir en la muestra, mientras una compañera bailaba su relato. La Poderosa, sala elegida para presentar Quan estic sola (13 de junio), se convirtió por una tarde en un espacio íntimo, revelador, con un público entregado que asistía a una presentación formalmente austera, pero cargada de emoción.
En cuanto a Descansando en una hamaca a 60m del suelo, creación conjunta de alumnos/as del Institut Joan Boscà y el colectivo de artistas escénicos Misiondivina, volvió a poner en el centro el cuerpo, la palabra y el movimiento. Una quincena de chicos y chicas se entregaron a una actuación de alta exigencia física: saltaron por encima de sillas, corrieron y se encaramaron por las estructuras metálicas (truss) de la sala 6 de La Caldera (escenario de la presentación, el 14 de junio). Algunos bailaban mientras, otros, grababan y proyectaban en vídeo su danza; lo dieron todo y, luego, reconocieron que la experiencia les había servido para liberarse de roles y etiquetas y para mejorar como personas. "Todo el mundo debería tener la oportunidad de hacer esto", aseguró una alumna, que añadió que el proceso de creación les había permitido mostrarse tal como son.