Carla Torres EN RESiDENCiA en el Instituto L’Alzina

Como madre de una niña de 12 años y docente en ESAD Eòlia, estoy cada día en contacto con jóvenes en plena adolescencia y he podido constatar una tendencia al alza en cuanto a la aparición de problemas de salud mental cada vez más precoz.  Pandemias aparte, quizás cabe preguntarse qué estamos haciendo como sociedad para que nuestros jóvenes parezcan cada vez más vulnerables a sufrir un amplio abanico de trastornos mentales, algunos de ellos muy preocupantes.

Aunque conceptos como la neurodivergencia están cada vez más normalizados, y que tenemos niños hiperdiagnosticados y terapeutizados, lo cierto es que por algo están tan presionados. La espiral de capitalismo desatado nos ha llevado a alejarnos de nuestros hogares en pro de una vida laboral más productiva. Eso, sumado a la aparición de la eficiente herramienta de distracción masiva que son los smartphones y las redes sociales, ha generado un caldo de cultivo que ahora cuesta tragar. Pero quizás estamos a tiempo de cambiar algunas de las derivas que nos han llevado a donde estamos para corregir el rumbo de cara a las próximas generaciones. Eso sí, ¡habrá que arremangarse y pensar soluciones todos juntos!