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Eu Manzanares EN RESiDENCiA en el Instituto Sants
En mi opinión, cualquier persona es una creadora en potencia. Todo el mundo tiene el poder de imaginar y, por tanto, de crear. Absolutamente todo el mundo. Todo el mundo tiene cosas importantes que contar. Cosas fascinantes, curiosas, chocantes, frikis, emocionantes, divertidas, tristes, dolorosas, aterradoras, alucinantes, alegres y mil cosas más. Nadie es poco interesante. Cualquier persona puede ser capaz de mantenernos totalmente enganchadas a alguna anécdota, experiencia o invención... si sabe cómo explicarlo.
Durante mucho tiempo, yo estaba convencida de que las cosas que me pasaban, pensaba o imaginaba no podían tener ningún tipo de interés para nadie más que para mí misma o, a lo sumo, para mi círculo más íntimo de familia y amigos. Hasta que me di cuenta de que, si eran importantes o relevantes para mí, ¿por qué no podían serlo también para muchas otras personas? Incluso para personas totalmente desconocidas y alejadas de mí. Solo necesitaba aprender a darles valor creativo. Y esto hice. Primero, entender por qué eso era importante para mí. Después, por qué creía que aquello merecía ser contado y compartido con los demás. Y por último, aprender a contar mis historias de una forma atractiva. Y esto es lo que me gusta poder enseñar y compartir con otras personas.
Así pues, partiremos de buscar en nosotros mismas, de investigar cuáles son las cosas que, para cada una de nosotros, tienen un valor emocional, sentimental y, por tanto, creativo. Ya sea porque nos ilusionan, nos duelen o nos asustan. Aquí es donde empezará nuestro viaje. Indagando en nuestros miedos, nuestras heridas y nuestras ilusiones. Y también en aquellas rarezas que nos diferencian del resto y nos hacen tan y tan especiales. En ocasiones, incluso las cosas más insignificantes pueden ser auténticas perlas.
¡¡Ah, por cierto!! En el ámbito creativo, a todo esto le llaman "encontrar la propia voz".