Iván Morales EN RESiDENCiA en el Instituto Joan Fuster

EL PROYECTO

El director y dramaturgo Ivan Morales se propuso al principio del proyecto compartir con los alumnos el proceso de creación de una obra de teatro. Se trataba de hacerlos partícipes de sus decisiones para que vivieran todo el proceso como propio. Además, decidió que durante todo el proceso trataría a estos adolescentes como a miembros de su compañía, es decir, como a intérpretes que iban a montar un texto suyo que él mismo se encargaría de dirigir.

El primer trimestre, de octubre a diciembre, fue un periodo de conocerse y de tanteo. De entrada, Ivan Morales se presentó a sí mismo y también su trabajo, hablando de lo que había hecho hasta entonces y mostrando fragmentos de algunos de los espectáculos que había llevado a escena y de algunas series de televisión en las que había participado. Invitó a los alumnos a ver La calavera de Connemara, de Martin McDonagh, una obra que acababa de estrenar en La Villarroel como director. Durante esta primera parte les fue enseñando (y les hizo experimentar) las diferentes disciplinas que toman parte en la creación de una obra de teatro: desde la escritura del texto hasta la interpretación, pasando por la construcción de escenografía o el diseño de vestuario. Se trataba, en definitiva, de que de un modo u otro todos tomaran conciencia de las disciplinas que convergen en el hecho escénico.

Pasadas las fiestas de Navidad llegó el momento de empezar a definir el proyecto. Ivan había tomado una decisión: quería hacer una versión para y con adolescentes de La tempestad de Shakespeare. Creía que, mediante esta obra aparentemente tan alejada de estos adolescentes, podía hablar de ellos, de sus miedos, inquietudes y anhelos. ¡Y, además, pasarlo muy bien!

En el primer trimestre Ivan había propuesto a los estudiantes varios ejercicios de interpretación, dos de los cuales tendrían una relevancia especial para el trabajo que harían a partir de ahora. Por un lado, les había pedido que cada uno de ellos creara tres personajes diferentes y que los presentaran delante de la clase, pasando de uno a otro de manera muy rápida y dinámica. Por otro lado, les había pedido que escogiesen una emoción y que fueran capaces de cambiar su intensidad (de 1 a 10) muy rápidamente. Ivan escogió un personaje de los tres que cada uno había creado y los colocó en su versión de La tempestad, que él tituló L’illa de la felicitat.

El procedimiento para llegar al texto escrito se gestó durante el segundo trimestre. Ivan les explicó el argumento de La tempestad y les hizo leer algunas escenas en clase. A continuación, como acabamos de decir, eligió de cada alumno uno de los personajes que habían creado durante el primer trimestre e hizo que los fueran concretando: de dónde procedían, qué tics los identificaban, cómo se movían, cómo respondían, etc. Cogió a estos personajes y los colocó en su versión de La tempestad: era una versión resumida de la obra que contaba la acción básica que debía tener lugar. El punto de partida de este argumento podría ser este:

Tras haber perdido, de manera tramposa e injusta, un concurso de reality show ubicado en una isla desierta, Manuela decidió quedarse a vivir allí con su hermana y su entourage, para huir de la superficialidad y la injusticia del mundo exterior. Pero el equilibrio de su isla de la felicidad particular se verá en peligro en el momento en que un naufragio accidental haga llegar a su refugio al causante de sus desgracias, Àxel, el ganador del concurso, acompañado de su equipo.

Dividió el argumento en dieciséis escenas que pidió que escribieran los alumnos participantes en cada una de ellas: se trataba de que cada alumno escribiera lo que creía que diría su personaje en aquella situación. Después de leer este material en voz alta, realizar improvisaciones a partir de allí y reescribirlo, Ivan recogió todo este material y lo readaptó, cortando, unificando criterios, unificando escenas, etc. Es decir, haciendo suyo aquel material.

En los dos últimos meses (básicamente después de las vacaciones de Semana Santa), una vez Ivan ya tuvo la obra más o menos escrita, empezó a montar la pieza con los alumnos. Poco a poco, los intérpretes fueron adquiriendo conciencia de las dificultades que supone actuar: aprenderse el texto, actuar con naturalidad, proyectar la voz, etc. En cada sesión se trabajaban dos o tres escenas nuevas que iban engrosando las que ya llevaban trabajadas, mientras que se aprovechaba la tercera hora para volver a pasar escenas ya ensayadas, repasar texto, practicar lo que no había salido y añadir algún pequeño cambio de texto. Poco a poco, la muestra iba tomando forma.

PRESENTACIÓN EN LA SALA BECKETT / OBRADOR INTERNACIONAL DE DRAMATURGIA

El proceso de ensayos tuvo lugar prácticamente en su totalidad en el gimnasio del Instituto Joan Fuster, un espacio enorme en el que, pese a la libertad que proporcionaba, era difícil concentrarse por las constantes entradas y salidas de los alumnos y numerosos problemas acústicos.

La presentación de EN RESiDÈNCiA, sin embargo, se hizo en la Sala de Dalt de la Sala Beckett / Obrador Internacional de Dramaturgia el 23 de mayo. Todos los alumnos participantes en el proyecto fueron al teatro el día antes para representar una función técnica y familiarizarse con el espacio. El día del estreno pasaron todo el día en el teatro, ensayando y acabando de resolver cualquier problema que pudiera surgir. Hicieron una primera función a las 12 h para compañeros y compañeras del instituto, y una segunda función a las 19 h para la comunidad educativa en general, o sea, familiares, amigos y profesores.

ACCIONES VINCULADAS A LA RESIDENCIA

A lo largo de la residencia se organizaron varias actividades que involucraron a diferentes teatros e instituciones:

- 27 de septiembre de 2017: visita guiada a la Sala Beckett para conocer los diferentes espacios y los elementos que toman parte en el proceso de creación de un espectáculo.
- 2 de noviembre de 2017: asistencia en horario nocturno a una función de la obra La calavera de Connemara, del dramaturgo irlandés Martin McDonagh, dirigida por Ivan Morales en La Villarroel.
- Del espacio escénico y la iluminación de L’illa de la felicitat se encargaron Lluc Lóbez y Daniel Flamarique, alumnos de la ESCAC.