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Victoria Szpunberg EN RESiDENCiA en el Instituto Moisès Broggi
Siempre que empiezo un proyecto teatral con gente que no conozco y sin un punto de partida dramatúrgico o un texto previo, lo primero que debo hacer es tener una buena escucha a la hora de conocer al grupo de participantes. Esto que parece tan sencillo es en realidad un reto, tiene que ver con una capacidad de observación que intenta evitar las ideas precipitadas o los falsos prejuicios. Los dramaturgos tenemos la costumbre de montar historias, situaciones, personajes, composiciones dramáticas, paisajes, metáforas... con todo lo que se nos pasa por delante. Yo lo hago constantemente, busco las señales dramatúrgicas, —o más bien me les encuentro—, en todas partes. Lo que me gustaría es que estos hallazgos aparecieran a partir del grupo, de cada singularidad individual y colectiva.
Me interesa especialmente este proceso porque me apetece compartir un espacio artístico con un grupo de adolescentes, descubrir las diferentes voces, los movimientos, como son los cuerpos, las miradas, los referentes, las emociones, las palabras, las historias... A partir de aquí, trabajaremos juntos con el objetivo de escribir un texto, o una partitura escénica.
Mi carrera como dramaturga y directora me ha llevado a escribir textos teatrales y también a trabajar en el mundo de la danza, no querría definir antes de tiempo la forma escénica final, lo sabremos a medida que vamos avanzando en la experiencia compartida.